Antología fotográfica: “Naturaleza y Abstracción”, de Miguel Ángel Antúnez
- Ma. del Rosario Zamudio Zavala
- 28 may
- 5 Min. de lectura
La colección Antología fotográfica: “Naturaleza y Abstracción”, de Miguel Ángel Antúnez”, expuesta en la Galería “La Sirena”, aglutina 52 fotografías cuya curaduría se encuentra orientada en dos ejes temáticos: naturaleza y abstracción, de los que se desprende una genial manifestación de imágenes en blanco y negro, capturadas con cámaras de 35mm, reveladas con la técnica tradicional del cuarto oscuro e impresas con tintas de carbón sobre papel de algodón. Las obras han sido creadas por este interesante fotógrafo en sus viajes por la geografía del extenso, diverso, robusto, lírico y caprichoso paisaje mexicano.

En esta narrativa crítica, iniciaré haciendo referencia a una cita del filósofo alemán Walter Benjamin, figura destacada de la Escuela de Frankfurt, extraída de su obra El arte en la era de su reproductibilidad técnica, en la que nos dice: “La tecnificación, no es un fetiche del hundimiento, sino una llave para la felicidad” (Benjamin, 2001: 58). ¿Por qué hago énfasis en esa cita? Por el gran descubrimiento tecnológico que representó el advenimiento de la cámara fotográfica a finales del siglo XIX, momento en el que el arte se enfrentaba al desafío de la industria y la reproducción en serie, y vaticinaba la muerte de éste. La obra ya no sería única e irrepetible, sino sujeta a su reproducción. Fue gracias a esta cualidad que se hizo posible el acceso de la imagen a las grandes masas sociales del mundo moderno y contemporáneo. El arte de la fotografía democratizó la imagen cuando ésta había estado sujeta al oficialismo y al academicismo.
El pincel, para el caso de la pintura, sería sustituido por el obturador. Entonces, ¿en dónde queda el acto sublime de un amanecer pintado sobre el caballete de un pintor o del amanecer capturado por el fotógrafo? ¿Acaso un acto sublime, o bien, emocional, queda supeditado por la mano que pinta o por el ojo que sólo ve a través de una lente? ¿No será acaso que ambos poseen el genio de abstraer la belleza haciendo participar sus sentidos para después plasmarlos en un lienzo o en un papel?
Hoy vemos que tanto el artista como el fotógrafo son portadores de una percepción distinta y sensible del mundo que les rodea. Sus obras están plagadas de significación y sentido, ven lo invisible y reconfiguran la realidad proponiendo al mundo expectante nuevas y amplias perspectivas.
De esta manera el artista fotógrafo ha sido capaz de capturar el instante, un hecho, un paisaje, una cosa, elevando su capacidad técnica y sensibilidad perceptiva que le han hecho lograr verdaderos fenómenos estéticos, posicionando a la fotografía como una gran disciplina que universaliza y consolida a las Bellas Artes Visuales. Ejemplo de ello es la presente exposición.

Miguel Ángel Antúnez, heredero de esa gran revolución técnica, nos invita a participar de su lenguaje óptico, ese otro que reconfigura el espectral mundo natural, de ese árbol que quiere ser bestia, que danza y se contornea a la sazón de una catarsis. Miguel Ángel es, en cada una de sus obras, el lente que nos sorprende y hace dar vuelcos a nuestro imaginario.
La propuesta estética de Miguel Ángel Antúnez de capturar con ojos del espíritu las texturas de cortezas de árboles, la plasticidad, las arquitecturas arbóreas, los trazos dibujados de las raíces, la mímesis del frondoso árbol con las formas de las nubes, la espectral convivencia de los troncos aferrándose a la piedra y un sinfín de representaciones abstractas y figurativas, introducen una novedad en cada una de sus producciones visuales. Su técnica fotográfica conlleva una transfiguración que derriba las barreras de lo contemplativo hacia un estado emocional.
La eficacia que logra con su trabajo es la posibilidad de la comunicación, la continuidad del sentido que sigue la tendencia de comunicar un mensaje, ese que esconde el momento de fraternizar con el mundo natural; el gesto de dirigir un discurso, una secreta complicidad con los interpelados: el árbol, la piedra, las nubes, el agua, los vestigios, todo en blanco y negro para profundizar el arraigo, lo terreno, lo eterno. Por otra parte, en el mismo sentido, Miguel Ángel no niega —y así no oculta— la complicidad entre el daño y los estragos del tiempo que captura y que existe entre él y su bestiario —hombre y naturaleza—. Ésta es su función ritual, que lo vincula a su espectral conjunto de imágenes; es hacerle justicia a los desechos arrancándolos del contexto que los explica como inadvertidos e inservibles y ubicándolos en otro que actualice sus potencialidades no realizadas, para mostrar así su irreductible diferencia.

Miguel Ángel Antúnez Baza inició su actividad profesional como investigador científico en arboricultura dentro de la Comisión Nacional de Fruticultura, época en que empieza a recorrer el campo mexicano para documentar y clasificar diferentes tipos de árboles que imperceptiblemente ejercen su influjo sobre él. Sus inquietudes artísticas lo llevan más tarde a experimentar en otras áreas de las prácticas artísticas como la arquitectura, el arte abstracto y el retrato; inquietudes que nacen con una niñez acompañada de observación y diálogo con su abuela Carmen Carrillo de Antúnez, artista escultora y antropóloga, quien legó a las artes y la cultura mexicana las bellas maquetas que ilustran e interpretan el antiguo “Mercado de Tlatelolco” de la cultura mexica, y la maqueta de la “Cacería del Mamut”, referente al periodo prehistórico de la geografía mexicana, que se encuentran hoy en las salas etnográficas del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México. Ambos trabajos fueron realizados con la técnica del modelado en cera.
Miguel Ángel Antúnez ha expuesto sus obras de manera individual y colectiva, en galerías privadas y centros culturales universitarios de México y Centroamérica.
Cabe resaltar su merecida participación en la exposición titulada “El Mito de los Volcanes”, en la que fue seleccionado con la obra El volcán Popocatépetl, exposición en la que participaron grandes figuras del arte mexicano contemporáneo como: Gerardo Murillo (Dr. Atl), Roberto Montenegro, Joaquín Clausell y Manuel Álvarez Bravo.
Su trabajo forma parte de publicaciones especializadas dentro y fuera del país, como es el caso de la revista Arbórea de la Universidad Metropolitana de la ciudad de México, Amigos de Bellas Artes, Black and White, entre otras.
Sus fotografías se han utilizado como portadas de libros de literatura en editoriales mexicanas y españolas.
Visita la exposición hasta el 5 de octubre en la Galería "La Sirena". Cita previa al 452 108 9840.
Ma. del Rosario Zamudio Zavala es licenciada y maestra en Historia del Arte por la Universidad de Morelia. Ha trabajado en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Delegación Michoacán, en la Facultad Popular de Bellas Artes de la UMSNH y ha sido asesora cultural de la Secretaría de Difusión y Extensión Universitaria de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (2002-2004). También cuenta con proyectos de investigación y ha participado en diferentes exposiciones interviniendo en la curaduría.
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